Desde la mujer del tendero hasta Conchita la pelirroja, y desde Jesús el zpatero hasta Roberto que dirijía la escuela, todos, sin excepción, amanecieron con un terrón de azúcar en la punta de los labios. Sin embargo, los únicos en enterarse de lo sucedido fueron los que se besaron en la mañana.
AUTOR: Armando Moreno
1 comentarios:
Muy lindo y además debo decir lo difícil que es elaborar un cuento corto, extremadamente, complejo.
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